Cuentos de mil caracteres (o menos)
HOY
Mañana vino a verme. No sé qué se cree, él sabe que no puede entrar hasta que yo me vaya. Hablo de él, no de la Mañana que es una chica maravillosa que siempre me recibe cuando me despierto. Hablo de él, que tiene la autoestima demasiado alta porque todo el mundo confía en él, salvo algunos pesimistas. Se queja de que Ayer nunca está cuando le quiere hablar. Yo le explico que Ayer merece todo nuestro respeto y que más tarde o más temprano todas sus pretensiones van a terminar igual, pero Mañana es muy orgulloso, se deja arrastrar por los que hablan de las utopías y se cree que es tan fácil. Al final yo cargo con todo porque siempre estoy en el momento justo y todo el mundo me tiene presente: los que se quejan de que Ayer siempre fue mejor, los que le echan la culpa de lo mal que les va ahora y los que no hacen nada porque Mañana les va a dar una oportunidad mejor; con ese cuento ya me tienen cansado y al fin y al cabo yo soy el único que siempre estoy, pero pocos me disfrutan y valoran.
LOS HIJOS
La primavera está instalada en Montevideo y los hermanos pueden volver de la escuela sin abrigos sobre la túnica. Su madre, viuda, ya ha regresado y los espera. El camino no lleva más de cinco cuadras pero en el centro hay que ser cuidadosos con el tránsito. Es lo que ella les dice todos los días, pero ellos se han ganado su confianza y regresan todos los días puntualmente, ¿por qué había de ser diferente hoy? Eso es lo que ella piensa cuando escucha el frenazo y los gritos desde la esquina. Sin embargo, baja las escaleras y va hacia la esquina de Minas y Constituyente, ve un ómnibus detenido y su hijo mayor que sale gritando “¡mi hermano, mi hermano!”. La madre corre a abrazar a su hijo y sin mirar lo que había detrás de la muralla del ómnibus y que tenía paralizada a la gente que pasaba, le dice. “tu hermano ya va a volver, se debe haber demorado”. El hermano mayor no sabe si su madre es la que lo lleva a casa o la que llora y grita sobre el cadáver de su hermano..., pero se deja llevar.
MALA LIGA
Yo sé que no me vas a creer. Recién salido de la cárcel por homicidio soy sospechoso sí o sí. Pero no soy un asesino, el tipo aquel se me vino encima, mi padre había matado al suyo pero yo qué tenía que ver. Cuando lo vi venir no tuve más remedio que defenderme y tuve suerte. Bueno, es una forma de decir porque cruzármelo en ese boliche no fue ninguna suerte. Menos tuve ahora cuando venía en el taxi. Iba para lo de mi vieja y el tachero corría como loco. Le dije, pará un poco que quiero llegar entero y ahí los veo venir. Habían estado conmigo en el penal. Le dije al tachero que parara. Subieron y los llevamos. A las cinco cuadras estábamos rodeados. Cómo iba a saber yo que estos pelotudos venían de un asalto tan tranquilos. Pero para qué te voy a explicar si sé que no me vas a creer y de nuevo me voy a comer un garrón. Y todo por el taxista ese. Hubiera ido más despacio y no estaba acá, a él tendrían que mandar en cana. Yo tendría que ir, pero no por chorro, por gil.
IDENTIDAD
Gregorio se despertó una mañana pensando que era el mismo, hasta que se miró al espejo y suspiró aliviado.
IDENTIDAD II
Gregorio se despertó una mañana pensando que era él mismo, hasta que se miró al espejo y suspiró aliviado.
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