La trampa de la economía de escala y de la rentabilidad: un camino a la concentración del poder económico.
(Texto en elaboración)
La racionalidad económica es un principio que los gobernantes no pueden dejar de respetar, so pena de colocarse por fuera del sistema y de enfrentarse al mundo empresarial. Por otra parte, las decisiones empresariales sobre dónde producir y con qué escala, frecuentemente escapan a las autoridades de turno. Una fábrica se instala en un lugar y cuando cree que le resulta más conveniente hacerlo en otro sitio, se muda y listo, dejando el tendal de personas desocupadas y espacios inutilizados muchas veces sin otro destino posible.
El desarrollo tecnológico industrial hace que solo sea “rentable” producir a gran escala y de manera concentrada o diversificando la producción en diversos sitios para luego armar el producto final en un lugar determinado. Sea como sea, solo los grandes capitales son capaces de llevar a cabo estas inversiones. Ocurre entonces que las economías locales quedan a merced de los vaivenes de los precios internacionales y de los costos logísticos. Al mismo tiempo, todas las conquistas de los trabajadores por mejorar sus condiciones laborales, se convierten en una trampa, ya que las empresas eligen aquellos lugares donde estas conquistas son menores y están menos sometidos a las reglamentaciones estatales y la presión sindical.
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