Cancelaciones vs. cancelaciones
En días pasados produjo escándalo lo ocurrido en Facultad de Humanidades con respecto a la contratación de un profesor uruguayo-israelí que, si bien crítico del gobierno de Netanyahu, se declara sionista y justifica la mal llamada “guerra” de Israel contra Hamás. Políticos, periodistas y pensadores se rasgan las vestiduras, avergonzados de la llamada “cancelación” y de que en nuestro país ocurran estas cosas. Un grupo de estudiantes habían solicitado de manera formal y pacífica la anulación de la contratación de este docente. En varias notas de prensa y declaraciones he leído o escuchado calificaciones de “fascistas”, “violentos” o de que la censura es “por su condición de judío” y que, por lo tanto, constituye una actitud “antisemita”. Se puede estar o no de acuerdo con el planteamiento de este grupo estudiantil, pero ninguno de estas apreciaciones se ajusta a la verdad. Ni violentos, ni fascistas, este grupo se manifiesta sensibilizado e indignado por la masacre perpetrada contra la población de Gaza. ¿Significa esto que respaldan el accionar y la ideología del grupo islamista Hamás que gobierna este pequeño territorio? No lo sé y no lo creo. Probablemente entiendan que Hamás canaliza, bien o mal, los sentimientos de rebelión de un pueblo oprimido ante una potencia militar que lo acorrala. Por mi parte, comprendo y hasta celebro la indignación de los estudiantes y su necesidad de que esa bronca ante la injusticia se manifieste en acciones concretas. Creo, de todas maneras, que es un error solicitar la censura de un docente por su postura ante el conflicto. La Universidad debe ser un lugar de debate lo más amplio posible y si entramos en el camino de la censura, es mucho más lo que se pierde que lo que se gana. El único efecto es que ahora, en lugar de hablar y discutir sobre lo que ocurre en Palestina, se habla de la “intolerancia” de los estudiantes izquierdistas y de la complacencia de las estructuras universitarias.
Sin embargo, no se ven otras cancelaciones. Me resulta muy preocupante la concentración de opiniones sobre este hecho y la constante acusación de antisemitismo por parte de muchos políticos, periodistas y, particularmente, de las organizaciones sionistas, ante cualquier crítica y manifestación de horror por lo que ocurre en Gaza y en Palestina en general. El concepto de antisemita que se traduce en lo concreto como “antijudío” (porque semitas son también los palestinos) implica una postura racista y discriminatoria contra la colectividad judía o sus integrantes por su condición de tales. Trasmutar en “antisemitismo” las críticas al Estado de Israel y su gobierno constituye una forma sistemática y muy efectiva de cancelación del debate. No se puede discutir con un antisemita porque su actitud es visceral, afectiva e irracional. Sí se puede discutir con alguien, judío o no judío, que cuestione el sionismo como ideología o cualquier acción del gobierno del Estado de Israel.
Cuando se preparaba el mundial de fútbol en Qatar, mucha gente denunciaba las condiciones de trabajo de los obreros en ese país, así como sus políticas sociales discriminatorias y salvajes para llevar adelante a como diera lugar las obras necesarias sin importar el costo humano. No escuché a nadie decir que quienes formulaban esas críticas eran islamófobos o antiárabes. Tampoco quienes critican a Putin y su guerra contra Ucrania son tildados de rusófobos o antieslavos. ¿Por qué se acepta con tanta facilidad este mecanismo cancelatorio por parte del sionismo? ¿Qué pasó cuando vino Roger Waters y las organizaciones sionistas presionaron a las empresas hoteleras para que le negaran el alojamiento y lo lograron? El único motivo era por cuestionar la política guerrera del Estado de Israel, no por haber matado o violado a nadie, ¿eso no es una cancelación?
En los conflictos, cada parte defiende una postura y la verdad es manipulada groseramente. Generalmente, quienes tienen más poder logran que sus posturas sean vistas como verdades mientras las otras como falsedades. Nosotros estamos lejos de donde ocurren los hechos, deberíamos poder discutir y tratar de comprender por qué pasa lo que pasa sin dejarnos manipular.
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